La visita del cometa ZTF (C/2022 E3)

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Cometa ZTF

Historia, perfil y observación desde Argentina 

“Los cometas son como los gatos: tienen cola, y siempre hacen lo que ellos quieren…”

La frase pertenece a David Levy, un mundialmente reconocido astrónomo amateur estadounidense que, entre otras cosas, tiene en su haber numerosos descubrimientos de cometas.  Las palabras de Levy vuelven a ser oportunas en estos días, que tanto se está hablando de la visita del ahora famoso ZTF (C/2022 E3), y de su visibilidad (o no) a ojo desnudo: con los cometas nunca hay certezas. Hay muchos factores (endógenos y exógenos) que deciden si serán (o no) lo suficientemente brillantes en nuestros cielos terrestres, como para llamar nuestra atención. Y eso es lo primero que hay que saber. A continuación nos ocuparemos de la historia y perfil del cometa, y de las claves para intentar ver a esta nueva “bola de nieve sucia” (tal como los definió, a mediados del siglo pasado, el gran astrónomo Fred Whipple), proveniente de los más remotos confines del sistema solar.  

Descubrimiento y órbita

El cometa del momento fue descubierto hace casi un año, por el Zwicky Transient Facility (ZTF), un programa de observación de fenómenos astronómicos de corta duración (desde novas y supernovas, hasta tránsitos de asteroides y cometas por delante de estrellas), perteneciente al Observatorio Palomar, en San Diego, California, Estados Unidos. Fue allí donde, con la ayuda del Telescopio Samuel Oschin (de 1,2 metros de diámetro), el 2 de marzo de 2022,  los astrónomos Frank Masci y Bryce Bolin descubrieron al objeto que hoy acapara nuestra atención y expectativas.  

Por aquel entonces, el cometa ZTF (tal como fue bautizado a partir del mencionado programa científico) estaba a 640 millones de km del Sol, es decir, bastante “adentro” de la órbita de Júpiter. Y presentaba un brillo extremadamente bajo: una escuálida magnitud 17.  Con el correr de las semanas, los científicos determinaron que el C/2022 E3 (tal su entrada formal de catálogo) tenía una órbita inmensa en torno al Sol: 50 mil años. Y además, muy excéntrica (extremadamente “ovalada”) e inclinada con respecto al plano orbital de la Tierra (109°). Un derrotero gravitatorio colosal, propio de los llamados “cometas no periódicos”: el prefijo C/, justamente, indica que se trata de un objeto de esta clase (a diferencia de los “cometas periódicos”, aquellos con órbitas de hasta 200 años, que llevan la P en su denominación, como el 1P/Halley o el 10P/Tempel).   

La ruta del cometa

Durante los meses posteriores a su descubrimiento, el cometa ZTF fue achicando distancias con respecto al Sol (y a la Tierra), y a la par, lógicamente, ganando brillo. Algo que ocurre con todos los cometas, justamente por su propia naturaleza: son pequeños amasijos de hielo y roca, generalmente, de unos pocos kilómetros de diámetro. Y a medida que se aproximan a nuestra estrella, son iluminados y calentados progresivamente por el Sol, a punta tal que subliman parte de sus hielos, y liberan grandes cantidades de gas y polvo. Son justamente esos materiales los que forman sus enormes y difusas comas (o “cabezas”) que, “sopladas” por la radiación y el viento solar, originan sus fantasmales y emblemáticas colas (de millones de km de largo).  

En noviembre del año pasado, el C/2022 E3 ya rondaba la magnitud 10, suficiente para que observadores experimentados del hemisferio norte pudieran verlo con telescopios de 15 o 20 cm de diámetro, Durante diciembre, el cometa siguió su ruta de aproximación:  hacia el día 20, ya ostentaba una coma y colas de gas y polvo bastante notables, y un brillo de magnitud 8. Es decir, estaba “a tiro” de buenos binoculares en cielos oscuros (pero no a simple vista). Los efectos solares sobre aquel cascote de hielo y roca (de 1 o 2 km. de diámetro) se hacían sentir más y más. Tras un periplo orbital de miles de años, el ZTF se acercaba a su momento de máximo esplendor.

Perihelio y mínima distancia a la Tierra

Y así llegamos a enero de 2023. La recta final, y la antesala de la llegada del cometa a nuestros cielos australes. Debido a su órbita (casi perpendicular a la terrestre), durante todo el mes, el C/2022 E3 fue un astro boreal. En las primeras dos semanas de enero transitó la constelación de Corona Borealis. Fue justamente por entonces cuando alcanzó su perihelio: el 12 de enero, el cometa se ubicó a 166 millones de km del Sol. Su punto más cercano a nuestra estrella en su inmensa órbita. Astrónomos profesionales y amateur estimaron su brillo entre magnitud 6,5 y 7. Ya fácilmente visible con binoculares en el cielo de la madrugada. En los días siguientes, su derrotero tuvo como telón de fondo las constelaciones de Boötes, Draco, la Osa Menor, y en los últimos días de enero, Camelopardalis. 

​Al momento de escribir estas líneas, el cometa ZTF estaba por alcanzar su mínima distancia a la Tierra: el 1 de febrero pasará (o pasó, según cuando esté leyendo este artículo del Planetario de Buenos Aires) a apenas 42 millones de km de nuestro planeta (110 veces más lejos que la Luna). Todavía transitando la constelación boreal de Camelopardalis, y aún por debajo del horizonte para Argentina. Pero ya muy próximo a entrar en nuestros cielos sureños. ¿Qué pasará? ¿Podría verse a simple vista? ¿Cómo, cuándo y dónde? Justamente eso es lo que sigue…

 

El cometa en cielo argentino

En nuestro país, y a causa de su trayectoria orbital, el C/2022 E3 recién comenzaría a verse a partir del 5 de febrero (en las provincias del norte, quizás un día antes), entre las 21:00 y 23:00 h, y a pocos grados de altura sobre el horizonte norte. Por entonces, se ubicará ligeramente “a la izquierda y abajo” (términos no muy astronómicos, pero muy útiles en este caso) de la famosa estrella Capella: la sexta más brillante del cielo nocturno. Una referencia inmejorable. A partir de esa fecha, día tras día, el cometa irá ganando altura. Siempre a en el mismo horario, y en la misma zona del cielo, tal como muestran los 2 mapas celestes que hemos preparado especialmente, que dan cuenta de su posición en relación a estrellas y constelaciones de esa zona del firmamento.

Entre el 5 y el 8 de febrero (gráfico 1) transitará la constelación de Auriga. Este último día, hacia las 21:00 h, el ZTF ya se ubicará a unos más cómodos 20 a 22° de altura sobre el horizonte de Buenos Aires y alrededores (en otras zonas del país habrá pequeñas diferencias de horario y altura). 

VISTA COMETA

A partir del 9 de febrero, el cometa “desfilará” por la constelación de Tauro (gráfico 2), donde, entre otras cosas, tendrá un encuentro aparente con Marte, los días 10 y 11. Otra excelente referencia para ubicar al cometa.  Para entenderlo mejor, hay que tener en cuenta que, como ya dijimos, el cometa tuvo su mayor acercamiento a la Tierra el 1 de febrero. Y que, desde ese momento, se irá alejando, y perdiendo brillo. También es verdad que, a medida que gane altura sobre nuestro horizonte norte, “escapará” de la “peor” zona del firmamento: la de mayor absorción atmosférica y contaminación lumínica. Por eso, los días que -en principio- nos darían el mejor “costo/beneficio” entre ambos factores, serán del 8 al 12. O quizás, hasta el 14 o 15, cuando ya se ubicará cerca de la brillante, rojiza y famosa estrella Aldebarán.

El cometa en febrero

No hay chance alguna de ver al cometa sin saber cuándo y dónde mirar. Y eso es lo que acabamos de contar y mostrar. Pero aún queda la pregunta del millón…

¿Se verá a simple vista?

Mientras escribimos estas líneas (fines de enero), observadores boreales reportan que el brillo del cometa ZTF se ubica en magnitud 5 (quizás, un poquito más: 4,8).  Y lo más probable (solo eso… no hay certezas) es que cuando entre en cielo argentino, mantenga un brillo similar. Si así fuera (o incluso aunque llegara a magnitud 4,5) NO se verá a simple vista en el cielo de Buenos Aires, o de cualquier otra ciudad grande o mediana. Como referencia y antecedente cercano, tenemos al recordado cometa Leonard (C/2021 A1), que hace poco más de un año (en diciembre de 2021) llegó a  magnitud 4 (o alguna décima más), y aún así no se pudo ver a ojo desnudo en nuestra ciudad. Todo indica, entonces, que para ver al cometa ZTF los observadores urbanos necesitarán binoculares (o un telescopio, si lo tuvieran). E incluso en ese caso, difícilmente se vea más que una muy pálida manchita elongada. 

¿Y lejos de las ciudades? Ahí la situación es muy diferente. Si el cometa se mantiene en torno a magnitud 5 (o mejor aún, 4,5) podría verse a simple vista en zonas alejadas de la contaminación lumínica urbana.  Débilmente. Cual si fuera una diminuta nubecita perdida en el cielo estrellado. De más está decir que, si nada raro ocurre, en esos mismos lugares oscuros, el cometa debería verse muy bien con binoculares y telescopios, desplegando ante el observador una cola de varios grados de largo. Y ni hablar en astrofotografías de larga exposición. 

En suma: para ver al cometa lo mejor posible, habrá que alejarse de las ciudades, y buscar un lugar oscuro y a cielo abierto. Sin olvidar, en ningún momento, que los cometas son como los gatos…  

 

Lic. Mariano Ribas 

Planetario de la Ciudad de Buenos Aires “Galileo Galilei”